sábado, noviembre 01, 2008

Un mundo Sprite


La mañana del jueves era la mejor del año. El sol estaba con todas sus ganas de compartir en soledad su espacio con un cielo celeste tan limpio que seguramente se había bañado para la ocasión. Nada de nubes, sólo ellos dos. Sol y cielo. (tienen nombre de mujer, recién me avivo) Y a mi esa intimidad que se profesaban me ponía de buen humor, más allá del calorcito que empezaba a hacer.
El bienestar de cuerpo y alma no me duró mucho. A bordo de una moderna y silenciosa unidad de la línea 44, llegando a la esquina de San Martín y Trelles lo vi. Un tremendo cartel de publicidad de Sprite con una de esas frasecitas que por lo general me causan gracia (más en la voz de Lanata).
Pero en esta oportunidad me pareció de mal gusto.
El afiche mostraba a una flaquita muy flaquita y bastante bonita, caminando con gesto inocente y chocándose un cucurucho de helado de frutilla en la frente. Gesto típico que simboliza idiotez muy bien utilizado por estos genios de la publicidad. Al costado, un poco más atrás, como viéndola pasar, estaba un flaquito con otro cucurucho en la mano y su peor gesto de quedar pasmado ante el paso de esta linda bobalicona. La frase que titulaba la publicidad decía un brutal “NO TE IMPORTA LO DE ADENTRO”, con el consabido remate ya clásico de “Las cosas como son”.
Y si las cosas son así, realmente son una mierda, Sprite.
En el colectivo, frente a mí, justo cara a cara, viajaba una chica obesa. Ella leyó el cartel casi al mismo tiempo que yo y nuestras miradas se cruzaron dos segundos. Ella bajó la vista.
Yo bajé la guardia…
¿Es realmente necesaria esa publicidad? La frase intenta ser graciosa y pasa a ser hiriente. Seguramente alguno me dirá que me hago el moralista y que yo también puesto a elegir me quedaría con la bobalicona y no con la obesa. Y no es así. En primer lugar porque no creo que la elección sea necesariamente esa. Tal vez no elija a ninguna de las dos. Pero lo de adentro si me importa y, por suerte, como a muchos.
Lo que realmente me duele de esa publicidad es la canchereada del mensaje. Es legitimar descaradamente la frivolidad. Es sacarle culpa al que piensa así porque socialmente está aceptada la supremacía de lo físico por sobre cualquier otra cosa. Es decirle a esa chica obesa que no tiene presente. Que todos en el mundo somos una lacra y que por eso mismo no nos importa su adentro y menos su afuera. Es decirle que no sueñe con una recuperación porque igual no vale la pena.
Tal vez Coca Cola no haga más que ser coherente con su forma de ver el mundo y de simbolizar este sistema.

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