jueves, noviembre 23, 2006

Un domingo de procesión a la incertidumbre

El día pintaba como pocos, después de un par de noches de bastante frío atípico en este tramo del año. La ceremonia sería la misma de siempre, un poco de televisión antes de salir, donde veríamos la previa y lo que acontecía en ese propio ritmo cansino de los partidos de reserva con las tribunas peladas. De pronto la cosa se agitó. La mecha comenzó a encenderse.
Ese mismo televisor que unos minutos antes arrojaba las primeras imágenes resacosas de los cronistas trajeados para la ocasión, ahora comenzaba a alarmarnos (a ellos también) con el “piquete” de algunos hinchas de Racing y San Lorenzo que bloqueaban la salida de sus respectivos equipos rumbo a La Plata. A una hora y media del comienzo de la fecha comenzaba a circular la fantasía de la revolución del hincha para el ingreso de todos a los estadios. Esa ilusión duró poco y los problemas siguieron.
Como por efecto dominó, unos minutos después, los cronistas ansiosos, dieron por suspendido Banfield-Quilmes y “casi” también a Colón-Belgrano en Santa Fe. Tomé el 44 con los auriculares en los oidos…
Mientras el colectivo paraba en la avenida San Martín yo escuchaba como Jorge Domínguez, el presidente de Futbolistas Argentinos Agremiados, daba por suspendida la fecha en función de los incidentes registrados. Inmediatamente nos miramos desconcertados con los dos hinchas de River que se sentaban enfrente mío, íbamos hacia el Monumental. Cuando salimos había fútbol y ya parecía que no a una hora del partido.
Una vez que bajamos en Barrancas de Belgrano, Julio Grondona comenzaba a presionar con la quita de puntos y el fútbol hervía mientras a nosotros nos refrescaba la sombra de los árboles de la estación. Don Julio levantó el dedo y comenzaron los circunloquios en cada concentración. Parecía que había fecha aunque nadie se animaba a admitirlo.
A treinta minutos del partido encaramos la recta final por el cantero de la calle Quinteros, desde donde ya se avizoran las tribunas. Éramos pocos, pero desconcertados los que caminábamos sin saber muy bien a que veníamos hasta acá.
El alivio llegó a veinte minutos, cuando vimos las dos motos y el imponente micro de Gimnasia que llegaba a la cancha. Desde una ventanilla me pareció que Olave me miraba con gesto de haber tenido hasta hace un rato la misma cara de incertidumbre que yo. Pero ya estaba, si hay dos equipos había partido, aunque más no fuera un picado por puntos, como finalmente salió.
El circo organizativo terminaba así una función más de las tantas que ha hecho este último mes, donde sus payasos se burlan abiertamente del público.
Subimos las escaleras de cemento con la sensación de que nos movía algo más que el partido. Y ellos se habían graduado de hinchas.

viernes, noviembre 17, 2006

Denominación de origen

Por varias razones es dable de entender que Argentina sea la tierra predilecta por el Psicoanálisis. Socialmente es un país adolescente y como tal, no solo acumula granos, se encuentra en un periodo de bases endebles, problemáticas, muchas veces difíciles de comprender a primera vista. Ojalá el período sea pasajero. El fútbol y sus popes no le escapan a esa lógica. Es más, la representan hasta la exacerbación.
Indagando en la selva de causas y efectos vale preguntarse por el origen de este maremagnum deportivo que incluye hechos y medidas tan locas como desatinadas y que nos llegan a granel desde ese fatídico 1-4 que desencadenó el “gimnasiagate”. Ya en el artículo anterior se hizo un repaso de la responsabilidad de la gran industria de la violencia que es la causa madre de todo y también por aquello de no arrinconar ni mandar a la horca en particular a los jugadores de Gimnasia como si fueran la vergüenza nacional en vez de atender los motivos profundos. Repasado eso, hay otra pregunta que surge sobre la génesis de la cuestión y que suena más preocupante: ¿Pesa más como sacudón un resultado sospechoso que las más de 180 muertes que tiene el fútbol argentino para suscitar tamaña atención social y generar medidas de seguridad sin precedentes en los torneos de AFA?

jueves, noviembre 16, 2006

El caso Gimnasia y Esgrima

Apuntar bien el objetivo

De nada sirve armar este circo romano particularmente en este caso sobre los jugadores de Gimnasia y Esgrima de La Plata. En definitiva, aunque no los exime de culpa y cargo, no son más que unos pobres diablos a los que, luego de un bochorno real como un 1-4, se les ha hecho pública una situación peligrosa a nivel deportivo y social. ¿Cuántos casos como éste se mantienen en el anonimato? A ellos se les reventó la bomba en las manos.
Lo realmente preocupante en ésto, entre muchas otras cosas sistemáticas de la corrupción en el deporte, es que se confirme la sospecha. Que estemos a las puertas de descubrir que ciertos resultados son manipulados por factores ajenos a la pura competencia deportiva. Un escándalo solo comparable con los de Italia y Brasil del último año. Por lo demás, el caso Gimnasia en particular es sólo la cara visible y no se lo puede juzgar con la mojigatería de ser algo excepcional. Seguramente no es el primero ni el único.

La parte que si les toca a los jugadores

Ahora hablamos de las actitudes de los jugadores de Gimnasia y aquí es la parte donde no tienen eximición y donde deben hacerse cargo de lo suyo en toda esta podredumbre. Lo primero y cabe la pregunta ¿fueron para atrás frente a Boca? Y la segunda, común al pseudomundo futbolístico e igualmente detestable: el silencio en el terreno judicial y la negación de la amenazas, lo que parecen ser hechos concretos si nos guiamos por las pruebas que hay, aunque los magos de los artilugios legales se empecinen en demostrarnos que nada es comprobable a la hora de la verdad.
¿Por qué resulta que ahora las declaraciones del futbolista Ariel Franco reconociendo los hechos en el programa de Fernando Niembro en La Red son totalmente desvirtuadas y no defendidas a la hora de declarar en la justicia? ¿Por qué la denuncia de la novia de uno de los jugadores ha quedado prácticamente desacreditada? Y ni hablar de la crónica de los hechos relatados por la muy buena investigación del diario Olé. ¿Todo esto es silenciable o pasible de negación tan sencillamente? Es evidente que en la justicia lo es. ¿Pero en la opinión pública también?

Ojalá que sirva

En una posición constructiva se puede pensar que gracias a la explosión de éste caso ahora hablamos puntualmente –como un principio de solución- de las amenazas de los barras para que su equipo vaya para atrás. También revisamos si estas conductas son parte de un collage de habituales irregularidades en el fútbol y todo nos lleva a la génesis de la cuestión: la tan trillada violencia en el fútbol, que no es otra cosa que el nombre genérico de un sistema millonario de toma y daca entre algunos tipos violentos y otros más violentos aún que ocupan escritorios por las tierras del poder.
En primera instancia se puede especular con que en las manos de estos últimos está el nacimiento y también el final de ésta historia que les conviene. Ahora… ¿Alguien muerde la mano de quien le da de comer?


Diego.

jueves, noviembre 09, 2006

Algo para festejar

Ya sé que el día del Periodista deportivo fue hace un par de días atrás. De todas maneras, quiero seguir festejando esta semana y aquí pongo un fragmentito de un texto sobre Ricardo La Volpe publicado el lunes por Eduardo Castiglione en la sección deportes del diario Clarín. ¿Quién dijo que no hay lugar para algo bien escrito en la prosa deportiva?


El cirujano La Volpe

“Tiene siempre el dedo en el gatillo y lo aprieta más seguido que los viejos vaqueros en sus duelos en el Oeste. Simula ser también como esos cirujanos que, desde la responsabilidad profesional, ante el diagnóstico irreversible van con el bisturí hasta donde sea necesario. Pero él no es una cosa ni otra. Es apenas un director técnico, se llama Ricardo La Volpe y atiende a un paciente de enorme repercusión mediática. Por eso, cada decisión que toma queda sujeta a un ruidoso análisis de laboratorio, lo que muchas veces deviene en un mamarracho en el que da lo mismo ser un burro que un gran profesor.”