lunes, enero 05, 2009

La meta es que no haya meta


No quisiera, a cinco días de recién comenzado, pelearme con el 2009. No tengo nada personal en contra de este año/número, pero si con las molestias que ocasiona el principio de un nuevo año. Una de ellas, tal vez la peor, parece ser la obligación en que sumerge a las personas de “fijarse metas” a cumplir hasta el 31 de diciembre más cercano. Bien, desde este humilde espacio en el cyberespacio pego el grito ante tan arbitraria obligación. A la pregunta, generalmente bienintencionada, de “qué metas tenés para este año” mi respuesta sería algo así como: “no tengo ninguna en especial”. Y para el mismo interrogante, pero munido de un poquito de mala leche, mi respuesta es: “¿Dónde carajos esta escrito que uno deba plantearse metas obligado por una vuelta de página de almanaque, eh? Además pierde seriedad si ese almanaque, por ejemplo, es el que regalaba la semana pasada la fábrica de pastas de acá enfrente. Así cualquiera también le pierde respeto al tiempo.
A esta altura estarán pensando que esto no es más que un recurso histérico de alguien que no tiene metas y que se ve acorralado por la andanada social de gente con objetivos anuales, que por lo general tiene su punto de ebullición desde antes de navidad hasta ahora.
Pues no. De ninguna manera se esconde un conformista detrás de este teclado. Y somos muchos.
Es simplemente que las metas y los objetivos deberían estar siempre vivos y en constante búsqueda. Me suena un poco tonto tener que fijar su búsqueda a partir de un primero de enero o que estén circunscriptos, por ejemplo, a 2009.
Para finalizar les mando un abrazo a modo de saludo por las fiestas a todos aquellos que si se fijan metas para este período. Siempre es mejor alguien con motivaciones que sin ellas. Aunque el almanaque de la fábrica de pastas les maneje la vida.

¡Feliz Año Nuevo!

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