domingo, junio 10, 2007

La adolescencia de Lula


Lula está viviendo su minuto de gloria y nada menos que a nivel internacional. Con Brasil sin título mundial de fútbol bajo el brazo el hombre salió a buscar, fronteras afuera, un poco de acción para demostrar que su país no es joda, que no sólo de fútbol y carnaval viven los privilegiados que nacieron en ese paraíso tropical.
Ahora le tocó ser parte invitada del prestigioso G-8, ese grupúsculo de poderosos ocho presidentes que se reúne cada tanto y dicta la suerte de todos los mortales. Pues estuvo allí y dejó su huella.
Así como lo ven, el ex sindicalista paulista está muy interesado en toda discusión medioambiental que se presente por ahí, casi como un adolescente de Greenpeace que pelea por las ballenas. Podría decirse sin dudar que éstas cuestiones (aún no tanto las ballenas) han ocupado el espacio más privilegiado de sus últimas incursiones internacionales. No es para menos, tiene el ancho de espadas: la posibilidad de ser una potencia mundial de los biocombustibles, el gran petróleo del futuro, según todo el mundo que entiende o no de la cosa.
Ahora Luiz Inacio logró colar su discursete verde en el G-8 y pataleó de lo lindo contra las naciones desarrolladas prácticamente al grito de “no me rompan más las pelotas con lo que tengo que hacer con el Amazonas porque ustedes ya talaron todo lo que tenían”. No conforme con esa idea los responsabilizó también de ser los culpables de la gran contaminación mundial y, al mismo tiempo, pidió que no se limite a las naciones emergentes (entre ellas la suya) en la emisión de gases… Bien sabe de gases su Sao Paulo querido que tiene a ocho distritos en estado de alerta por la calidad de su aire…
Alguna vez un psicoanalista me dijo que los adolescentes son contradictorios y rebeldes, que actúan muchas veces por imitación sin demasiada noción de lo bueno y de lo malo. ¿Hoy podría decirse que los presidentes también?

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