miércoles, enero 16, 2008

Miedo a volar: Parte II


En el estado de tensión descripto anteriormente, que ni Dashiel Hammett lograría describir con tanta precisión, nos elevan a las alturas. Primero a una “alturita”, para después sentir como si nos tiraran de todos los pelos a la vez (del cuerpo, todos) hacia arriba. Y uno piensa: ¡este tipo nos va a sacar de la tierra misma, carajo! (carajeo bastante en momentos feos). Para todo esto ya tenemos los oídos tapados y en mi caso particular comienza la música del “slup”, que es la onomatopeya más acorde que encontré para describir el sonido que me domina de ahí en más. “Slup” y “pluc, pluc, pluc”, con alternativas destapaciones y vuelta a taparse de mis oídos. Esa particular banda sonora es que la me acompañará durante todo momento en ese transito sobre la misma nada que es el volar.
Por la salud visual de los lectores, y la mía a nivel mental, voy a dejar para otro momento la descripción de esas tragedias griegas que son las turbulencias y los pozos de aire.
A modo de conclusión de estas dos partes sólo me queda una certeza: que la gente aplaude en los aterrizajes para canalizar el pánico, porque nunca vi, por ejemplo, que se aplauda a un panadero porque le salieron ricas las medialunas.

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