sábado, agosto 26, 2006

El arco del fracaso


Siempre me gustó conversar con Roberto por las anécdotas que me deja en cada charla. Tiene experiencia, unos cuantos años más que yo y esa ductilidad práctica en el Periodismo que francamente envidio y que puedo resumir como la suma de la despreocupación y la magia en los dedos.
Seguramente por la cerveza tomada esa noche es que ya no recuerdo demasiado bien los detalles de la historia que me contó. Según él, somos pocos los que la sabemos y aún menos los que estamos enterados en que ese hecho cambió una parte del fútbol: hizo que alguno que manda piense en sustituir los viejos arcos de madera.
Después de esa noche increíblemente nunca más volví a ver a Roberto y esto es lo único que me acuerdo de su relato:

Las muchas estrellas que había en el cielo esa noche de verano fueron testigo del final absurdo, que minutos después ya estaba asumido por el protagonista. Caminando tranquilo por la avenida Avellaneda, mientras comenzaban a sentirse las primeras sirenas de los bomberos, Eugenio Aguirre, ajeno a lo que acababa de provocar, repasaba en su mente las acciones del partido que había jugado hacía unas horas. Ese, el último, el cierre de una trayectoria gris. Hizo dos cuadras más pensando en lo mismo y recién cuando llegó a Martín de Gainza salió de la nube de imágenes de la que estaba preso. Sintió satisfacción por regalarse ese homenaje casi pagano. Después de todo eran veinte años de carrera y había que coronarlos como carajo le diera la gana, inclusive prendiendo fuego el arco, por entonces de madera, que le había desviado el último penal de su historia como futbolista con la camiseta de Ferro Carril Oeste.

- ¡Ese hijo de puta ya no va a cagar a más nadie!, dijo con bronca mientras las llamas consumían el travesaño maldito.


Intrigado, varios años después lo fui a buscar a Eugenio Aguirre para entrevistarlo y confirmar aquella versión del incendio misterioso en la cancha de Ferro. Nunca lo encontré y jamás pude tener el más mínimo indicio de su destino. Como contrapartida recibí versiones tan dispares como un posible suicidio o inclusive su enrolamiento al Ejército Zapatista de México. Y no faltaron tampoco los que me dijeron haberlo visto trabajando como periodista deportivo.

Diego.

1 comentario:

Anónimo dijo...

DEJA EL PORRO NENE Y NO TE METAS CON FERRO!

ROLO