domingo, julio 04, 2010

Un divorcio


Quien diga que la sensación posterior a un divorcio es una sola miente. Puedo dar fe que desde que tomé semejante decisión he pasado por los más variopintos estados de ánimo. El primer instante, recuerdo, fue de una frustración enorme. Si bien habíamos pasado por momentos bien difíciles –algún tiempo atrás ya nos habíamos separado y vuelto a juntar- la situación de corte definitivo frustra puntualmente por lo que no será. Es acostumbrarse al enorme para siempre que significa un nunca más en la vida de cualquiera. Casi casi una muerte (ya sé que exageré, pero acuérdense que estoy dolido y vale todo)
El segundo de los estados es el más asociado a eso que se conoce vulgarmente como “bronca”.No me da el más mínimo pudor confesar que en cuanto contacto he tenido con el mundo exterior y tanto con mi psicoanalista como con mis amigos he aprovechado para hablar mal de ella. Me salió más caro hacerlo con la psicoanalista, lo sé. Las peores blasfemias prohibidas en más de 108 paises y 34 religiones en todo el mundo han salido de mi boca en cada oportunidad que he tenido de expresarme. Y ni siquiera quiero contar ni recordar lo que habré dicho de ella con alguna copa de por medio.
Con mi familia, en cambio, no tuve demasiadas chances. Mi madre la adoraba y pensaba que era perfecta para mi. La quería mucho. Probablemente haya sido duro el golpe de la noticia. Tendría que chequearlo con su médico.
Luego de pasar por aquel que denominé de manera nada original “el tour de la lástima”, comenzó en mi una sensación de vacío bastante inquietante. ¿Qué hacer de ahora en más con todo este tiempo libre? ¿Qué planificar? Bueno, ya me ven. Esto fue hasta ahora lo único que se me ocurrió…
Pero también, en toda esta montaña rusa de sentires y pesares, hay un momento para la esperanza. No ibamos a dejar en esta blogósfera llena de mierda un texto más de aquellos escritos desde el rencor o la angustia, que tantos hay ya en esta cloaca 2.0. Voy más bien a dejar un mensaje del tipo pastor evangélico brasileño. Porque en todo esto también hay lugar para replantearse y rehacer la vida. Nada más ni nada menos.
Un divorcio, al fin y al cabo, es sólo una separación. Un final y también un principio. En mi caso y, luego de 9 años, no es nada más que abandonar una carrera llamada Ciencias de la Comunicación.

Foto:"Anillos-Rings II". Juan Antonio Capó.Flickr

1 comentario:

Gato dijo...

sos un crack escribiendo querido. Un abrazo Grande!!